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Explican en México por qué es peligroso el ‘fracking’ petrolero

Ciudad de México, may 18 (Sputnik). – Cada fractura hidráulica de una roca, o “fracking”, para producir hidrocarburos, con tecnología de punta desarrollada en EEUU, es un experimento inseguro, dijo este martes a Sputnik Nóvosti la coordinadora de la Red Latinoamericana sobre Industrias Extractivas, Aroa de la Fuente.

“Cada fractura es un experimento inseguro y no se puede controlar a grandes profundidades de hasta 5.000 metros, los químicos y los hidrocarburos mezclados se pueden filtrar en todas direcciones, migrar a otras zonas, y emerger a la superficie con consecuencias desastrosas”, dijo la experta en un evento en el cual fue lanzada una campaña contra esa tecnología en México.

Además, “la cimentación de los tubos falla en un 5 por ciento, en diez años falla el 50 por ciento, y los fluidos de más de 750 productos pueden afectar el sistema nervioso, y provocar cáncer y afectar fetos en mujeres embarazadas”, afirma la experta con base en un estudio realizado en Nueva York para fundamentar su prohibición, aprobada en 2014.

“En EEUU, donde se realizaron las investigaciones ecologistas, hay registros de más de 1.000 casos de contaminación de mantos acuíferos, a pesar de que en ese país la tecnología para la industria petrolera está sujeta a regulación, pero los químicos usados son un secreto industrial restringido”, dijo De la Fuente.

La investigación promovida por la fundación Heinrich Böll (del Partido Verde de Alemania) y la Alianza Mexicana contra el Fracking, explica que el gas ‘shale’ –o gas de pizarra o de lutita– se encuentra atrapado en sedimentos de rocas en las que abunda un mineral llamado ‘esquisto’, a profundidades de 1.000 a 5.000 metros.

Estos reservorios que permitieron a EEUU relanzar su producción a niveles nunca vistos desde 1970, en busca de su independencia energética pero con consecuencias polémicas, “tienen rocas con poros extremadamente pequeños, en donde los hidrocarburos se encuentran alojados”.

La razón es que estas rocas prácticamente no tienen permeabilidad, esto significa que no hay vías de comunicación entre los poros. Esta condición geofísica hace que la única posibilidad de extraerlos sea provocando artificialmente un canal de comunicación entre los poros, a fin de poder extraer los hidrocarburos allí alojados.

Este canal se provoca con la fractura hidráulica o ‘fracking’, y permite que los hidrocarburos se desplacen hacia su interior, explican los científicos en el documento presentado.

¿CÓMO FUNCIONA?

El proceso del ‘fracking’ consiste en perforar un pozo vertical hasta alcanzar la profundidad deseada, luego se realizan varias perforaciones horizontales que pueden extenderse hasta 1,2 kilómetros, y 5 km de profundidad.

Debido a la baja permeabilidad de la roca de esquisto, es necesario fracturar, romper literalmente la roca mediante la inyección masiva y a alta presión de una mezcla de enormes cantidades de agua, arena y sustancias químicas de fórmulas secretas, para permitir el flujo y salida del gas.

“De esta manera no convencional se pueden alcanzar formaciones antes inaccesibles”, celebran los ingenieros que ahora están bajo la mira de los ecologistas.

Después de fracturar y al disminuir la presión de los equipos de bombeo, el gas liberado sale a la superficie arrastrando gran parte de los fluidos inyectados: “allí pueden ocurrir los accidentes”, advierte De la Fuente.

Entre el 15 y el 80 por ciento del fluido, llamado reflujo (‘flowback’ en inglés), se colecta en balsas de evaporación, en ese punto ocurre “un evidente peligro de contaminación atmosférica”.

FLUJOS DE CORTA VIDA

Esos flujos son trasladados por tanques colectores para inyectarlos después en el subsuelo –con el riesgo de contaminación de suelos– “o para ser tratados en plantas de depuración públicas, que normalmente no están preparadas para procesar este tipo de residuos”.

Además, la parte no recuperada del fluido permanece en el subsuelo, desde donde “podría migrar hacia la superficie o los mantos acuíferos de agua dulce de consumo humano”, añade De la Fuente.

El fluido es altamente tóxico por los compuestos químicos de “fórmulas secretas” con patentes muy costosas, y sigue emergiendo en cantidades menores durante un período prolongado.

Por otra parte, la vida productiva estimada de un pozo no convencional es de seis años, con una marcada caída de hasta 70% después del primer año.

Esa corta vida “obliga a abrir constantemente nuevos pozos para garantizar una producción estable, y cada pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua”.

Cuando los tubos y fluidos llegan a la roca de esquisto, a la capa de pizarra, se realiza una perforación horizontal: “para liberar el gas, se fractura la roca inyectando a alta presión miles de litros de agua, arena y productos químicos, con invaluable costo ecológico de la industria petrolera”.

El líquido inyectado a alta presión fractura la superficie de la roca y libera el hidrocarburo, sobre todo gas: “la arena o material de sostén se aloja dentro de las grietas y evita que estas se cierren”.

El gas, junto con el líquido de fracturación, retorna a la superficie a través de la tubería: “es una fuente altamente contaminante, el líquido que retorna arrastra a menudo sustancias peligrosas y hasta radioactivas”, puntualiza la experta. (Sputnik)

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